¿SOLO GABRIELA MISTRAL?

Sabemos que en Chile se escribe mucha poesía, tal vez demasiada, pero, increíblemente, también sabemos que no se lee con el mismo entusiasmo, y, lo peor, no se vende.

No obstante esos troncos en el camino, chilenos y chilenas insisten entusiastamente en el cultivo de la poemática, dando a las prensas, cada año, muchos libros donde la ésta impera.

Generalmente se regalan.

En Chile tenemos el privilegio de tener una poeta (antes se le decían “poetisa”) como Premio Nobel de Literatura.

Gabriela Mistral.

Indagando un poco en la poesía chilena, se cae en cuenta que después de la poetisa de Montegrande,  no existen mayores exponentes femeninas que se alleguen, al menos a su cintura, porque al hombro definitivamente no.  En realidad, existe mucha distancia. Las hay espléndidas, volando a gran altura, pero son  más bien  poetas decorosas, con buen manejo de la técnica, con lenguajes fácilmente aprehensibles y donde domina, como en muchas partes del mundo, el sentimiento del amor como leit motiv trascendente, además de la política.

Démosle un vistazo a ciertas poetas chilenas que alcanzaron alguna cumbre:

Marina Arrate, Sybila Arredondo, Carmen Berenguer, Teresa Calderón, Stella Corvalán, Rosa Cruchaga, Bárbara Délano, Stella Díaz Varín, Delia Domínguez, Camila Fadda, Soledad Fariña, María Luisa Fernández, Astrid Fugellie, Carmen Gaete, Elvira Hernández, Sara Hübner de Fresno Alicia Morel Rosabetty Muñoz, Eliana Navarro, Mila Oyarzún, María Elvira Piwonka, Isolda Pradel, Malú Urriola, Cecilia Vicuña, Verónica Zondek, etc.

Hay más, siempre hay más. Es solo una nómina.

¿Por qué entonces, esa diferencia tan abismante respecto de la ganadora del Nobel?. No se observa lo mismo en los varones. Neruda, también Nobel, tuvo cerca al menos cuatro poetas que no desentonaron a su lado ni se vieron tan lejanos y pequeños.

Hubo allí cierto equilibrio.

Retornamos a nuestras compatriotas. ¿Qué pasó, en el largo trajinar de la vida, que no pudieron ascender más alto (como en la narrativa), sino se mantuvieron, como decíamos, decorosamente en planos medios, sin alcanzar alturas. O simplemente algunas se acercan a los hombros,  pero nadie se atreve a decirlo por aquello del Nobel y la catarata de epítetos que debería soportar. Sin duda, la presencia omnipotente del Nobel es amedrentador. Y, con seguridad, habrá varias poetisas que no estarían tan alejadas de la presencia de la ungida  … si no fuera por el famoso premio de Estocolmo.

Buen tema.

ARTURO FLORES PINOCHET 2024