EL MAL Y EL BIEN EN LA CREACIÓN LITERARIA

La literatura, en general, da con obras que representan, de cierta manera, la eterna lucha entre el mal y el bien. Otros más, otros menos, cargan tintas de acuerdo a su personalidad sobre alguno de los dos frentes.

Claramente vence la personificación del mal porque es  prolífico, variado, oceánico, desconcertante, atractivo, incitador. Eso está más que claro. En cambio, ¿qué nos puede ofrecer una temática basada en el Bien, aparte de la moraleja?

Rara vez resultará incitador. En verdad, tiende a  personificar el aburrimiento.

El escritor francés Ernest Renan expresaba certeramente: “El mal –dice en sus  ‘Studes d’Historie Religieuse-   es más fácil de pintar que el bien, el infierno que el paraíso. El bien es uniforme, casi diría monótono; el bien está por su misma naturaleza más allá de toda imagen y, en cierto modo, se le rebaja al quererlo reproducir con rasgos materiales… El mal, por el contrario, ofrece una variedad de matices infinita. Si se le proscribiera del mundo, habría que permitir a los artistas conservarlo como personaje mitológico y una ficción excelente”.

El mal  es sumamente atrayente por la variedad, la permanente acción y porque sus habitantes estrujaron la imaginación para sus malignos intereses, le sacaron roncha a las inclinaciones maléficas y, por cierto, disfrutaron de lo lindo sus vidas: hicieron lo que más le produjo placer, porque a los asesinos, criminales, violadores les place llevar a cabo sus tropelías, para que estamos con cosas, de lo contrario, no lo realizarían. En cambio, el bien no tiene sobresaltos, mucha nube, ángeles, túnicas blancas, seguramente cantos y rezos (cuál de todos más monótonos), praderas lindas, paz, tranquilidad, rostros angelicales.

Ningún atractivo, nada que haga al escritor solazarse con la escritura.

Más bien tiende al sueño.

En sustancia,  la poesía y narrativa hacen primar, sin duda alguna, el sufrimiento, es decir, lo que duele al alma.

En cambio, la felicidad, que es efímera,  a nuestro juicio, no se presta precisamente para el placer literario.

ARTURO FLORES PINOCHET 2023