Manuel Magallanes Moure, poeta romantico

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Por Jorge Arturo Flores

La poesía de Manuel Magallanes Moure se enmarca dentro del contexto del romanticismo, lejos del realismo criollo y del naturalismo crudo de los escritores de su época.

Y como todo romanticismo que se precie de tal, el trabajo del escritor rumba sus pasos hacia versos sencillos, simples, de mucho sentimiento, donde el paisaje, especialmente todo lo concerniente al mar (buques, playas, olas), cobra especial realce. Dentro de este aspecto, el amor, (¡era que no!), es el artífice de su producción.

El poeta tuvo gran popularidad en su tiempo.

Sin embargo, como en todo orden de cosas, no faltaron los críticos a su tarea. Y los eruditos de costumbre, con cejas enarcadas y ceño fruncido, no encontraron nada más loable que desmejorar su labor, aduciendo que su poemática poseía imágenes gastadas, era anémica, vago el objeto poético, había torpeza para entrar en el campo metafísico, se tropezaba con  un romanticismo de segundo plano y existían influencias mal asimiladas de Darío, Nervo, Maerterlinck, Samain, Espronceda”, objeciones, como se verá, ciertamente mortificantes y definitivas, que dejaban en un pie mínimo la tarea de Magallanes Moure.

Pero era la visión de los académicos y cierto críticos literarios, los cuales, en general,  nunca están de acuerdo con los gustos del lector, que es, a fin de cuentas,  el fin ultimo de cualquier obra literaria, aunque ellos crean, en su soberbia e intolerancia,  que su preeminencia debiera ser lo óptimo y concluyente.

También hubo ojos hacia el débil sentido de la realidad, lo cual ciertamente habla muy bien de los románticos y no en  contra.

No obstante lo anterior, y pese a la reticencia de ciertos criticastros y poetastros, la poesía de Magallanes Moure fue bien recibida por el lector, valoró su esfuerzo, no le pidió más de lo que podía hacer (gran sabiduría popular) y sus poemas aun permanecen en la memoria de muchos por su frescura, su sencillez y flexibilidad; la hondura de quien se acerca al corazón, cierta ingenuidad, algo de paz y monotonía que nunca molestó, denotando en definitiva buen gusto y sensibilidad, además de ser  agradables y bellos.

Y una cosa importante: se presentan lejos de la jerigonza, el enrevesamiento y la oscuridad.

Gabriela Mistral, no ciertamente objetiva (no tenía por qué serlo) derramó palabras de elogio para la poesía de Magallanes Moure: “ Es una pena que tengamos tan desacreditado el elogio en América, que no significa nada decir que la poesía de Magallanes fue la más pura, porque se ha dicho eso precisamente de muchos. Pura, por la ausencia de didactismo, por un desinterés total de doctrina; pura por escrupulosa en la técnica y por ceñidamente sincera”.

Con ese elogio debiera bastar.

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