DESCRIBIR EL DOLOR Y DETALLAR EL PLACER

Para un poeta, escritor o cualquier artista que forme parte de la invención, resulta difícil, a veces, conseguir un preciado logro: describir a cabalidad el dolor y, a su vez, representar gráficamente el placer.

El dolor es más hacedero, en especial, para un artista plástico. Le cuesta un poco más a un narrador o poeta. Hay que relatar allí la atmósfera de un inmenso dolor, de un sentimiento que  horada los sentimientos y es fuente de calvarios, dudas y lloros. Todo con vocablos, no con pinceles ni instrumentos esculpidores.

Solo palabras.

Lo han conseguido, sin duda alguna, lo obtuvieron. Hay libros que lo atestiguan.

En cambio, ¿cómo describir el placer, la felicidad? Sonrisas, expresiones desmesuradas, retratos limpios, emoticones. No. Es muy difícil detallar un momento de placer. Para qué decir el de la pequeña muerte que se produce con el orgasmo. Ese es más difícil. Naturalmente, frente al trance,  se refugian en la poesía. Es la mejor opción. Allí encuentra flores, amaneceres, paisajes, fisonomías sonrientes, metáforas. Pero eso habla justamente de lo arduo que es referir un instante de goce.

Cuesta.

Resulta paradojal, sin duda, que sea más fácil labrar el dolor en la manifestación artística que exhibir el placer.

¿Será muy aburrida y efímera la felicidad y  demasiado profundo y largo el dolor?

Es posible.

“ Es tan corto el amor y tan largo el olvido” (Neruda)

ARTURO FLORES PINOCHET 2024