León René Echaiz, El Bandido Neira

El bandido Neira. (1965)                  mch

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Arturo Flores Pinochet

La literatura chilena no ha permanecido indiferente a las historias de bandidos que ocurrieron en la historia nacional. Específicamente en los tiempos coloniales. Muchos recordarán, sin duda, las aventuras de Vicente Benavides, Los Pincheira y, en menor grado, José Miguel Neira, el bandido Neira. Forman la trilogía de los forajidos más conocidos de Chile.

Los textos contando sus “hazañas” suman número apreciable.

Al parecer agrada al lector común, a muchos lectores mejor dicho, esta clase de protagonista, tanto en la historia como en las letras, y saborea con indisimulada fruición todo lo que se relacione con ellos. Debe sugerirle, tal vez, el anti héroe, el hombre que rompe cadenas, carga con los prejuicios, busca con ahínco su sobrevivencia. La sangre, violencia y muerte es lo abundante en torno a sus fechorías y estas circunstancias, no olvidemos, es lo que más arraigo tiene en la masa. Pero también hay  cierta complacencia y algún solapado olvido por lo que hicieron, aunque después digan que eran unos deshumanizados, cercanos a las bestias y bien merecieron su destino final.

Es que no es bien visto aplaudir facinerosos.

UN BANDIDO MUY SUI GENERIS

“El Bandido Neira” de León René Echaiz ( curicano, abogado e historiador) es un buen texto que nos relata, en forma muy detallada, aunque sucinta, la historia del salteador Neira. Desde sus inicios hasta su muerte. Demuestra, como buen historiógrafo, la existencia del hombre que fue humillado por padres y patrones en su infancia y juventud, su postrer despedida de esos lares, convirtiéndose en arriero de salinas hasta devenir en lo que siempre le subyugó: ser atracador, correr riesgos, robar y castigar a los grandes hacendados, al principio como una especie de revanchismo  para después simplemente realizar correrías que satisfacían su escondida animalidad, aguijoneada por el odio hacia quienes lo humillaron y también porque su instinto, sin cortapisas, fluyó raudo.

Siendo forajido, con una cantidad de  aventuras increíble, forma parte de las avanzadas del Ejercito Libertador y ahora realiza lo mismo, pero esta vez  amparado  bajo la bandera patriota, hundiendo con  similar saña el puñal en los vientres realistas.

Cuando todo pasa y la nación comienza una nueva vida, Neira no se siente bien, no le gustan que lo manden, prefiere el campo para circular, el cielo como techo y los arboles para dormir. Su norte, su vida, su objetivo era simplemente “saltear”.

Comienza entonces la confrontación con las nuevas autoridades y éstas, como cualquier autoridad que se precie de tal, no acepta, desde ningún punto de vista, que existan espíritus revoltosos que la pongan en duda o la sobrepasen.

Para ello, recurren a lo más rápido: matar.

Y el bandido Neira, que fue un gran aporte para los patriotas en su tarea de preparar la expedición libertadora y vencer después a los godos, corre la suerte de los traidores a la Patria.

Es ajusticiado.

Después del silencio, “nadie dijo nada, nadie dijo nada”.

Por ahí el propulsor del federalismo en Chile, J.M.Infante, escribió sobre la bajeza de matar a quienes ayudaron a crear el Chile libre. Pide explicaciones públicas. Pero aparte de eso, “nadie dijo nada…”.

El libro de León René Echaiz ( 1914-1976) es un buen punto de partida para estudiar  esta trilogía de malhechores que,  quiérase o no, forman parte del nacimiento del país y están ahí para recordarnos que la historia, mejor dicho, cierta parte de la historia,  se construyen desde la perspectiva de la sangre, la violencia y la muerte.

Es insoslayable.

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