Raimundo Echevarría y Larrazábal, poeta maulino olvidado

raimundo echevarria

Por  Arturo Flores Pinochet, escritor maucho

Podríase confeccionar un pequeño libro con cierto tipo de poetas que en  vida se alejaron del barullo, no pertenecieron a cofradías literarias ni ayudaron a la demografía libresca ni buscaron obsesivamente la gloria como tampoco  se esmeraron  en publicitar sus nombres, pero que, sin embargo, fueron creadores de un poesía que se caracteriza por ser lúcida,  fina, delicada, intimista, grácil, depurada, breve.

Curiosamente pertenecen a la Región del Maule, o sea, son maulinos..

Sin ningún  esfuerzo surgen los nombres de Armando Ulloa, Jerónimo Lagos Lisboa, Jorge González Bastías, Pedro Antonio González, Raimundo Echevarría y Larrazábal.

¿Son vastamente conocidos?, ¿Aparecen a menudo en los estudios especializados?, ¿Se coge su trabajo como ejemplo  artístico?.

Lo dudamos.

Incluso, alguien dijo por ahí, en un artículo, que forman parte de la llamada poesía menor, con un claro dejo peyorativo,  aunque rápidamente lo aclaraba. Pero quedó el anzuelo lanzado al mar proceloso.

Forman, sin duda, un grupo admirable.

Raimundo Echavarría y Larrazábal (1897-1924) nació, al igual que Jerónimo Lagos Lisboa, en San Javier de Loncomilla. Murió en Santiago de la enfermedad de los artistas: la tuberculosis.  Sus restos fueron regresados a su ciudad natal y hoy reposan en el Parque donado a San Javier por su amigo Jerónimo Lagos Lisboa.

Según algunos, no publicó ningún libro. Sus poemas fueron divulgados en revistas y diarios.   También hemos rastreado algunos artículos relativos a su trabajo poético. Pero no hay más. Muy poco para un artista fino, delicado, con mucho talento, lejos de los fulgores de la gloria.

 Su poema más famoso es Leyenda del Mar, el cual copiamos a continuación:

Capitán,
padre mío,
capitán de navío,
¿dónde están
las ciudades azules
y los puertos sombríos,
y las lindas mujeres
que murieron de hastío,
esperando tu vuelta?

Capitán, 
padre mío,
¿dónde están los ocasos violentos,
las velas que cantaban
en las manos del viento,
 
y el negro de Manila,
que te iba a matar:
las leyendas de Cuba,
las leyendas del mar,
Capitán
padre mío,
dónde están… dónde están?

Ahora eres un barco, 
encallado en los pueblos;
te aburres como todas
las naves, en los puertos,
quisieras ver tu vela
enganchada en el viento…
 
¡navegar, navegar!…
 
Y veinte marineros,
 
como veinte recuerdos,
encienden con sus pipas
los horizontes negros.

Capitán,
padre mío,
¿dónde están,
las ciudades azules
y los puertos sombríos?…
Capitán,
padre mío,
¿Dónde están?… ¿Dónde
están ?

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